A quién no le gustaría recibir de vez en cuando una de estas cajitas monísimas? Pero claro, rellenas de algo que no se pueda comer y si ponértelo encima...
Esta fue la segunda tarta que hice, después de la de Bridge, cuando hice el curso en Cakes Haute Couture y no tenía mucha práctica con el fondant (ni con las fotos).
La llevé a casa de M., que había llegado de Nueva York y casualmente estuvo en Tiffany, no sé si desayunando pero lo importante es salir de allí con una cajita, la hora es lo de menos.
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